Saborear la Vida



Dicen que las personas con baja autoestima no valoran lo que son y por tanto están vacías, y que su malestar puede hacer que quieran llenarse con cosas externas como la comida.

Dicen también que esas personas comen compulsivamente porque están hambrientas de autoaceptación....

Y razón no les falta...yo he reflexionado mucho sobre ello , y ya que como todo en mi vida es una contradicción coherente, reconozco que sí he encontrado en la comida muchas veces ese alivio momentáneo que llenase ciertas carencias, pero nunca ha sido de manera compulsiva ni a través de atracones. He convivido al mismo tiempo con una alimentación bastante sana en la que las protagonistas son las verduras, (compradas en mercados directamente de huerta en la mayoría de las ocasiones) y con comida precocinada o con snaks fritos ( que realmente son mi perdición).
Es por el llamado “efecto permisivo”, que cuantos más productos sanos compras, más se compra también comida "basura" o de alto contenido calórico, como a modo de compensación.

Según los expertos dicen que curiosamente las personas con mayor autocontrol son más vulnerables a caer en estas influencias, pues confían tanto en su capacidad de resistirse a una tentación que el saber que hay una opción saludable a su disposición, les da la licencia de premiarse e, idealmente, compensarla la próxima vez.


La recomendación general de los psicólogos es concentrarse en el proceso de ser saludables, y no verlo como una meta, ....aquí no sirve aplica lo de “el fin justifica los medios”.


foto: Shutterstock

En mi caso, normalmente recurro a la comida "insana" como si fuesen "premios" cuando siento que llevo mucha carga encima no deseada (y según yo, no merecida) o he sufrido una frustración en alguno de los proyectos, o un contratiempo, etc...

Hay a quien le da por comprar ropa, bolsos o zapatos de manera compulsiva aunque no lo necesite, pero como mi presupuesto siempre ha sido limitado, lo sustituyo por comida que es más asequible y el resultado es el mismo...un parche temporal....

Para la mayoría de las personas con baja autoestima el mayor placer es comer chocolate o alimentos llenos de azúcar (El chocolate implica un aumento de triptófano en sangre, el cual es precursor de la serotonina.que va directamente ligado al estado de ánimo : de esto hablaré en el post de mañana) , y yo , que hasta para eso soy rara..ja,ja, prefiero el salado, aunque eso no significa que en ocasiones me prive de tomar algo dulce, no os voy a engañar...pero mi "premio" favorito son las patatas fritas ( no cualquiera, tienen que ser gourmet o estilo artesanas, las demás no me gustan...).
¿Por qué nos gustan tanto las grasas? ¿Qué hace que un plato de patatas fritas nos resulte irresistible y que no podamos parar de comer tras probarlas?. Una sustancia natural similar a la marihuana tiene la culpa. Las grasas de ciertos alimentos producen en nuestro digestivo endocannabinoides, sustancias químicas similares a la marihuana relacionadas con la euforia pero también con el hambre. Los azúcares y las proteínas no tienen este efecto.

El proceso empieza en la lengua, donde las grasas de los alimentos generan una señal que viaja al cerebro y luego, a través del nervio vago, hasta los intestinos. El resultado es que el apetito aumenta, probablemente por la liberación de moléculas digestivas asociadas al hambre. Desde el punto de vista evolutivo, existe una necesidad imperiosa para los animales de consumir grasas que escasean en la naturaleza y que son cruciales para que las células funcionen. En la sociedad actual, sin embargo, las grasas están demasiado “al alcance”, las estanterías de los supermercados están llenas de ellas....y la tendencia innata a comerlas conduce a problemas como la obesidad, la diabetes e incluso el cáncer.


Yo había reflexionado acerca de mi obsesión por las patatas fritas y porqué éstas me hacen sentir bien cuando las tomo, mucho antes de conocer estos datos acerca de los efectos en el organismo, y eso no me exime de la responsabilidad personal de saber elegir bien, sino que una vez más debo ser consciente de que me he dejado llevar por las decisiones que ha tomado "mercado" en mi lugar.

La industria tiene sus estrategias para hacer a la sociedad adicta a sus productos, sabe cómo conquistarnos y con todos los datos sobre nuestra reacción hacia ciertos alimentos, nos controlan a través de ellos. Con las patatas fritas lo tienen muy fácil (y eso no es para quitarme responsabilidad, insisto...) ya que con el primer estallido crujiente en la boca llega la denominada ‘explosión de sabor’ gracias a la sal, le sigue la denominada ‘sensación en boca’ que deja la grasa de la fritura, y se completa con el azúcar que contiene el almidón de la patata. Es una combinación placentera para el paladar y así llega al cerebro. Es fácil desear ese placer, de hecho es algo que buscamos cuando comemos.

Esta misma industria dedicada a la elaboración de patatas fritas, no deja de estudiar los gustos de la sociedad,.... nos llena de mensajes engañosos de las bolsas de patatas (Gourmet, Mediterráneas…), que intentan transmitir que quizá no sea un snack tan malo, con el auto convencimiento que muchos se realizarán: ‘es una bolsa pequeña y además está llena de aire, sólo hay unas pocas patatas….....sin embargo es uno de los mayores motivos de la obesidad en el mundo.


Comer una bolsa de patatas al día es como beber cinco litros de aceite al año


Desde muy pequeña, mi relación con las patatas fritas a mi me aporta un estado momentáneo de felicidad,porque me evoca muchos momentos agradables de mi infancia. Por ejemplo cuando salíamos los fines de semana a tomar el aperitivo con mis padres, como en casi todos los bares, nos solían poner patatas fritas como aperitivo y sino, se pedía y a mi me encantaban (y a quién no?).
Prácticamente acababa con ellas sin dejar que casi nadie más tuviese oportunidad de probarlas (sólo me pasaba con las patatas)....
Lo curioso, es que siendo muy pequeña, me bajaba con dificultad de la silla y me acercaba sin miedo a otras mesas cercanas y miraba si tenían patatas, si era así, me queda fija mirando hasta que uno de los adultos que allí estaban sentados se daban cuenta y me preguntaban si quería, a lo que yo respondía que sí y enseguida indicaba dónde se encontraban mis padres , que estaban por supuesto, muertos de risa por mi atrevimiento.
El resultado es que me comía sus patatas fritas....(no dejaba ni las migas) y una vez acabadas, me despedía dando las gracias y me volvía a mi sitio, objetivo conseguido!.



getty images no soy yo, pero algo así era.....

Y por ese mismo sistema, desde la infancia, es como llegan los malos hábitos , en nuestra época, por todo aquello que nos era prohibido y que otros niños sí que comían (al menos ese es mi caso) y que a través de los medios de comunicación nos bombardean con imágenes de diversión y felicidad relacionadas con este tipo de alimentos....
En los años 70 y 80, había alimentos "insanos" que nos llamaban especialmente la atención y que a día de hoy, por la carencia de éstos en la infancia, hace que lo deseemos más.. si de niño no los has tomado, es de mayor cuando lo pruebas y pasas esas fase que no tuvo lugar en la edad que en principio parecería ser la idónea (aunque no hay ninguna que lo sea realmente)...

El consumo de "snacks" en personas de nuestra edad es muy elevado frente a la anterior generación que lo siguen considerando un extra en su dieta.
En la actualidad, los niños toman a diario lo que nosotros hacíamos excepcionalmente, como son los refrescos, los fritos, las chucherías (recuerdo que nosotros las comprábamos con la paga semanal y cuando se acababan , hasta la semana siguiente no había más).
Nosotros tomábamos refrescos azucarados en los cumpleaños y fiestas especiales, así como el resto de aperitivos salados., ahora los niños consumen estas cosas todos los días como parte de su dieta.

Los almuerzos y meriendas, más de lo mismo, a mi me daban siempre cosas sanas, un plátano al día (los odiaba y la mayoría de las veces los escondía o tiraba...ya os contaré algún día anécdotas sobre éstos) y muy de vez en cuando un donut de azúcar, un suizo o un bollo con chocolatina.
Había niños que en esa época les daban bollería "guay", Tigretones, Pantera Rosa, etc.. incluso nocilla!!! ( en casa no había).y yo soñaba con poder comerlos, pero sabía que en casa eso era imposible, sólo lo hacía cuando iba a casa de mi prima que sí se los compraban o en casa de mi amiga que también. 
Por tanto, no se sabe muy bien qué es mejor si ser o no ser flexible con su consumo si el resultado es casi el mismo en la edad adulta...... o lo que conviene es explicar porqué no es bueno y las consecuencias que sólo hoy conocemos realmente?.....

Desde luego creo, que dada la tasa tanto de obesidad como de desnutrición infantil, y que ambas conviven en la misma sociedad, deja en evidencia que no se han /hemos tomado las medidas adecuadas para una mejor alimentación personal y social.



Recuerdo también las famosas manzanas de caramelo que vendían cada cierto tiempo en la puerta del colegio y que nunca podía comprar, sólo lo hacía alguna vez en la visita al parque de atracciones.Sin ser muy golosa, es verlas y aún hoy en díase me cae la baba de imaginarme el sabor delicioso que desprenden (que luego no es para tanto....como tantas otras cosas que nos entran por los ojos , porque nos lo venden muy bien, pero que después su sabor es siempre inferior al deseado/esperado...y aún así lo seguimos deseando y/o consumiendo....)


En resumen, ahora sé una cosa y es que quiero SABOREAR LA VIDA, no sólo alimentarme adecuadamente, nutrirme de alimentos sanos, equilibrados,  y prescindir en lo posible de alimentos que no son adecuados, sino que también ahora soy consciente de que necesito la nutrición que brinda el conocimiento, los intercambios afectivos, el reconocimiento del sentido de mi propia existencia....

Cuando estos canales se cierran por conflictos sin resolver, se va sobrecargando el que queda abierto, que suele ser el de la comida y es entonces cuando buscamos en ella la saciedad que hemos perdido, aunque este intento está condenado a fracasar, pero cuando no sabemos qué otra cosa hacer, lo repetimos una y otra vez de manera un tanto compulsiva y nos convertimos en voraces alimentarios.o comemos aquello que nos hace daño.

La curación de esta necesidad desorganizada de comer requiere recuperar esos "canales" de nutrición bloqueados y equilibrar la dieta a través de nuevos hábitos, reconociendo dónde están las verdaderas causas que lo han provocado.
Eso no significa que ya no vuelva a comer patatas fritas, por ejemplo, porque va ligado a ciertas costumbres sociales muyyyy sanas y vinculadas a esa crecimiento en la autoestima, pero sí que tendré que realizar algún cambio en las costumbres y sobre todo en la frecuencia ..... desde hoy mismo.


Todo lo que mejore mi autoestima me ayudará a comer mejor y todo lo que haga para comer mejor me ayudará a que suba mi autoestima. Se trata de encontrar las formas de tratarme con más respeto y amor , evitando las situaciones que nos degradan y nos dañan.







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